Tres
amigas casi cuarentañeras que hace siglos que no salen porque se supone que
tienen sus sensatas vidas encauzadas. Demasiado vino. Una noche de parranda de
esas que dices «que voy, que vengo y por el camino yo me entretengo». Una
subasta solidaria que una de ellas —la que se peina con la aspiradora y se
envasa al vacío en lugar de vestirse— confunde con El precio justo. Una papeleta
que en un arrebato de tontería meten a lo loco y… ¡¡¡Boom!!! Un castillo en su
poder.
¿Alguien se ha parado a pensar cómo diablos van a pagar, en
menos de tres meses, una cajera de supermercado depresiva por su reciente
divorcio, una teleoperadora —que, además, es madre soltera— y una loca del coño
en paro —que a veces respira— la ingente suma de dinero que cuesta el dichoso
castillito? A la cárcel que van, ya verás. ¿Y si a todo esto le añadimos que el abogado que lleva el
caso es una mezcla de ensueño entre muñequito de tarta y espartano salvaje?
¡¡¡Stop!!! ¡Deja de soñar! Mucho cuidado con los sueños, que los carga el
diablo, y este lo mismo da besos que patadas voladoras. En definitiva, que los
protagonistas, en vez de enamorarse, se llevan como gato y ovillo. Todo muy
romántico. Si sientes curiosidad por saber cómo terminarán las reinas
del brilli brilli medieval, no te pierdas esta desternillante novela romántica
contemporánea en la que encontrarás desde pasadizos secretos, pasando por mucho
fantasma, hasta tacones y mazmorras.