Querida Bridget...
Estoy escribiendo esta carta porque es muy
improbable que alguna vez consiga el coraje para decirte esto a la cara.
Así que, aquí va.
No estamos hechos el uno para el otro.
Eres la madre soltera perfecta con la cabeza bien puesta sobre tus hombros. Yo
soy solamente el médico británico despreocupado que pasa por la ciudad,
viviendo temporalmente en tu garaje adaptado hasta que vuelva a Inglaterra. Pero ese es el asunto... por alguna
maldita razón, no puedo dejar de pensar en ti de maneras muy inadecuadas.
Te deseo.
La única razón por la que estoy incluso
admitiendo todo esto justo ahora es porque no creo que sea unilateral. Noto tus
ojos cuando me miras también. Y por más grosero que parezca cuando estamos
bromeando sobre sexo, mi atracción por ti no es una broma. Entonces, ¿cuál es el propósito de esta
nota? Supongo que es un recordatorio de que somos adultos, que el sexo es
saludable y natural, y que puedes encontrarme justo pasando la puerta delante
de la cocina. Más específicamente, es para dejarte saber
que voy a dejar la puerta abierta a partir de ahora en caso de que quieras
visitarme en el medio de la noche en algún momento. Sin preguntas.
Piénsalo.
O no lo hagas.
Lo que tú elijas.
Es probable que incluso termine deslizando
esta carta debajo de tu puerta de todos modos.
Simon.