Kim se asomó a la ventana de su dormitorio, sin imaginarse que el hombre que veía al otro lado, iba a cambiar su vida para siempre.
Mike era grosero y tenía malos modos, pero su nuevo vecino sabía provocarla de una manera que le subía la temperatura.
Sería imposible resistirse a esa pícara sonrisa que la volvía loca.